viernes, 22 de diciembre de 2006

Reparando “la fuga de cerebros”.*

“En el futuro, solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimiento y cómo protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la capacidad de hacerlo y asegurarse de que se queden en el país. Las otras naciones se quedarán con litorales hermosos, iglesias, minas, con una historia espléndida; pero probablemente no se queden ni con las mismas banderas, ni con las mismas fronteras y mucho menos con capacidad económica.”
Albert Einstein, 1940.

¿Cómo ves a El Salvador para el 2015?... si 30 profesionales salen del país a diario, si de los 11,000 egresados universitarios anuales, sólo la mitad logra insertarse en el mercado laboral, y si las tasas de crecimiento de la economía nacional siguen estancadas entre un 2 y 3%. ¿Qué se puede hacer si el país no exporta petróleo, no es una súper potencia militar y tampoco produce una amplia gama de bienes y servicios? ¿Qué nos queda?...

Muchos reconocen que la principal riqueza de toda nación, es su potencial humano, sin embargo contrasta con ello, la inexistencia de políticas públicas e incentivos para la generación, fomento del y protección del conocimiento científico.

La desesperanza no es difundida. Y si bien la falta de empleo tiene múltiples causas, preocupan los indicadores en las tendencias actuales de desempleo.

Las estadísticas que tomaron como base los años 1994 y el 2004, y cuya presentación hizo FUNDE en Global Policy Network el año pasado, son ilustrativas. Constataron que la cantidad de cesantes con más de 13 años de estudios aumentó en un 4.2%, mientras la tasa relativa a la población con poca o ninguna formación educativa disminuyó en un 7%.

La creciente escasez de empleo y los inadecuados espacios laborales para personas con educación superior, incita a abrazar la emigración como una oportunidad de alcanzar mejores condiciones de vida, aunque los trabajos ofrecidos en los países industrializados, requieran de mano de obra poco calificada. Aún así, 30 de 100 emigrantes que salen del país a diario, se resignan a esto.

Esta situación puede resumirse en el fenómeno llamado “fuga de cerebros”, también conocido como “drenaje de cerebros”. Un país necesita tener únicamente un 10% de migración de personas con estudios universitarios y técnicos para acreditarse socio del “Club Fuga de Cerebros”. ¡A El Salvador y Centroamérica le sobran 20 puntos porcentuales!

Considerando este panorama, el máximo reto en la gestión gubernamental consiste en la reestructuración del sistema educativo e inversión en el mismo. Un tratamiento a largo plazo, podría hacerse bajo los siguientes pilares:

Identificación de talentos desde la educación primaria, por medio de programas sobre una orientación vocacional temprana que incorpore a las diferentes áreas del conocimiento y considere las potencialidades de los menores. Esta iniciativa debe tener un alcance nacional. En el futuro, con ello, se evitará la saturación de profesionales en una misma área geográfica y laboral, y se elevará el nivel cualitativo de estos.

Potencialización de las diferentes capacidades competitivas en el tercer ciclo, la educación media y superior. Esto implica la preparación académica y practica para cada uno de los segmentos previamente identificados; y la correspondencia de los planes curriculares de las carreras técnicas y universitarias con la formación impartida en las etapas anteriores. A la vez, el Estado podría canalizar las potencialidades de los ya formados, para situarlos en función del desarrollo nacional.

Inserción laboral de los profesionales ya formados y de los futuros, a través de una reorientación y diversificación en el tipo de inversiones atraídas al país, un mayor aporte del capital nacional, una participación más significativa en el proceso productivo y en sus utilidades, y prestaciones laborales más justas, resguardando los compromisos contraídos en los instrumentos laborales internacionales.

Transferencia de conocimiento, involucrando a todos “los cerebros” fugados y los que se están en formación, en la generación de las condiciones óptimas, para multiplicar el conocimiento adquirido y renovar su cualificación. Esto requiere de la inversión en intercambios profesionales, en la transferencia de nueva tecnología, en la contratación de experticia salvadoreña formada en el exterior y otras formas de participación.

Consolidación de un pacto social vinculante, basado en el principio que toda sociedad que aspire a ser desarrollada requiere imperantemente de una población educada. Así, se configuran diferentes roles: el Estado impulsa las políticas respectivas; la sociedad civil exige su implementación y su mejora continua; los estudiantes retribuyen la inversión; la empresa privada inyecta recursos respondiendo a su responsabilidad social y una reforma tributaria; las organizaciones nacionales dan seguimiento y señalan aspectos deficientes; y la comunidad internacional en su conjunto, contribuye en el enriquecimiento de la iniciativa, en cuanto a la estimación de resultados, la transferencia de tecnología y el aporte de recursos complementarios.

El resguardo de estos pilares, debe ir de la mano de una mejor preparación de docentes en todos los niveles educativos, una adecuada distribución de recursos destinados al sector educación, la voluntad de las partes involucradas y sobre todo, ampliar las prioridades gubernamentales tradicionalmente identificadas, a modo de apuntalar las diferentes áreas de conocimiento: artes, ciencias, deportes, entre otras.

Esta propuesta - evidentemente no se concibe como una receta mágica, o trampolín que permita saltar automáticamente al desarrollo- pero podría ser el inicio o una parte sustancial, para frenar la fuga de cerebros. Retomar este modesto aporte, es valioso, puesto que emerge de la reflexión de los actores afectados directamente por la problemática: el sector estudiantil universitario; próximo a enfrentar la escasa absorción laboral cualificada, y sin evadir la encrucijada experimentada por muchos compatriotas: ¿quedarnos a sobrevivir de alguna manera?... o buscar vivir en el extranjero, aunque se diluya el esfuerzo académico realizado, lejos del país que nos vio nacer y tanto nos necesita, por el cual, quienes estamos en formación profesional, sí podríamos hacer mucho.
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Estudiantes de 4° año grupo 01 de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de El Salvador Fecha: 05/07/06

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